viernes, 8 de mayo de 2015

Especial Ka´uree...










EL VYRO REI

Bien sabemos que la palabra vyro significa tonto, necio, soaso, pero el vyrorei tiene otras connotaciones. Rei significa gratis, de balde, porque sí, sin más, sin razón, desocupado, inútil. El vyro rei no es un tonto orgánico o patológico; es un vivo que se hace el tonto, porque es un inútil o le gusta serlo y no tiene otra alternativa.
Es la comodidad disfrazada de irresponsabilidad, es el compromiso con el descompromiso mismo. El hacer tontamente las cosas, sin razón sin sentido del perjuicio ocasionado, lleva al hombre paraguayo vyrorei emparentarse con el vaivaínte. El así nomás.

En el fondo este personaje, esta actitud, esta filosofía se encuentra respaldada por la economía tribal, de pequeña aldea, ya que el Paraguay es un país de amigos y parientes y "todos nos conocemos luego". Y reímos o nos disculpamos dentro de la mediocridad del grupismo-tribu.

El hombre vyrorei siempre está en la pavada. Del mate pasa al tereré, del tereré al mate. Y si puede se encarga de organizar cuanto santo ára (27) se pueden festejar con asado, chicharö trenzado, y chistes tie'y (chistes verdes, groseros, zafados) que será su único aporte para la festichola porque de guita, nada. Mientras, el alcohol ahoga su reloj decorativo.

Es el hombre light del cual nos habla el catedrático, siquiatra madrileño Enrique Rojas. Así como algunos productos tienen pocas calorías -un producto diet o light- también el hombre vyrorei es etéreo, volátil, banal y permisivo. Todo en su vida es ligero, suave, sin riesgos ni compromisos. Anda recorriendo mesas, ares, boliches y rincones esparciendo el chisme, el comentario insidioso y nunca constructivo.
El hombre vyrorei -el hombre light- aterriza en clubes, pistas de carera de caballos o partidos de fútbol, siempre vestido y fresco como si acabara de salir de la lavadora automática. La mano en el bolsillo y las "frases llave" de toda su conversación: "¿Y después? ¿Mba'eteko pio? ¿Qué tal, che? ¿No hay novedades?". Y así recaba datos e informaciones revisteriles que tienen la menor caloría posible y que no aporta un bledo nada ni a nadie.

Pero es un tipo interesante, de tantas pavadas que dice cura el estrés y nos permite tomar un café mientras él expone la estrategia de la última revista de Condorito, Para ti y Mordillo.

Por lo menos nos ahorra un diván de siquiatra. Pero realmente necesitamos hombres comprometidos, hombres dispuestos a formar la nueva nación paraguaya, verdaderos constructores de puentes,

Aún recuerdo un poema de mi madre, doña Nidia Sanabria de Romero. Repetía entusiasta a sus alumnos de varias generaciones, aproximadamente y con mi poca memoria repito así: "Subía al cerro yvi a un hombre anciano, campesino, que humilde traje vestía, con su mochila iba esparciendo semillas y mudas de árboles. Asombrado un hombre de la ciudad que pasaba, dijo al anciano: ¿Qué estás haciendo? Y respondió con alegría y sin sorpresas el sembrador: Quiero llenar de frondas esta ladera. 

Y más sorprendido e intrigado el hombre de la ciudad preguntóle: ¿Y por qué tanto afán en la tarea? Dijo el anciano: Quiere, llenar de frondas esta ladera, quiero que otros disfruten de los tesoros, sombras y flores que darán estas plantas cuando yo muera. Y mirando al cielo, como un compromiso, repetía con voz trémula y potente: Hay que luchar por todos los que no luchan. Hay que sembrar por todos los que siembran, hay que vivir la vida sembrando, siempre sembrando".

Y así termina la historia de los dos hombres. El vyrorei y el loco campesino y anciano que tontamente sólo sembraba, sembraba y sembraba. Pero sembraba con esperanzas.


Fuente: MÁS PARAGUAYO QUE LA MANDIOCA (por ANIBAL ROMERO SANABRIA)